La ambigüedad no simboliza decoro
Podría parecerle algo pesimista, escucharme afirmar, que el mundo que hoy habito, se ha ido tornando cada vez más hostil. No puede ser de otra forma, cuando el cuerpo acumula un cuarto de siglo alimentándose de otras culturas, costumbres, tradiciones e historias muy distintas, a las que forjara, mi ultrajada patria, en la sólida identidad que me representa.
Bienaventurados aquellos que han disfrutado estabilidad y seguridad en el exilio, desde el momento mismo de verse forzados o haber tomado tan importante decisión de vida; para la inmensa mayoría de los inmigrantes cubanos, el camino de la expatriación, no ha sido, para nada, una fácil elección.
Alrededor de tres millones y medio de cubanos formamos hoy la legión de emigrantes por el mundo, pero no podemos dejar de considerar a los que, desde fechas muy tempranas del advenimiento del cambio, tomaron el camino del exilio, una cifra que ha ido creciendo a lo largo de más de sesenta años. ¿No es acaso significativo que, en una población fluctuante entre los diez y once millones de habitantes, casi seis millones no han comulgado con los falsos mandamientos ideológicos que un sistema fallido ha impuesto? En una primera etapa, mediante la falacia de discursos demagógicos y ofrecimientos de un futuro luminoso y próspero que nunca llegó; más tarde, instituyendo la represión, el enfrentamiento de la población según sus ideologías y finalmente, la más cruel división de familias.
El sistema político cubano, desde su instauración en el poder, al descubrir el impacto mediático del proceso de lucha armada devenido en “triunfo revolucionario” y apoyado en el carisma de su líder, hicieron creer a la opinión pública internacional, la legitimidad y buenas intenciones de la revolución; hoy, a sesenta y dos años de fracasos sociales y políticos, aún persiste en la “continuidad” y cobijados en esta, siguen mintiendo al mundo.
Súmese a los millones de exiliados cubanos, los fusilados por el régimen, los caídos en guerras inútiles en países, que ni honran, ni respetan sus memorias y los miles de hombres y mujeres que, huyendo sobre precarias embarcaciones, han perdido la vida en el estrecho de la Florida; ¿no es acaso una cifra para tener en cuenta al momento de juzgar el verdadero propósito de este sistema que intenta perpetuarse en el poder aun a costa de seguir sacrificando vidas?
Para muchos quizás no signifiquen nada estas cifras, para mí, sí. En todos estos años he sufrido la pérdida irreparable de muchos amigos, pero más triste aun, es que esta cifra se incrementa día a día, hoy se mueren nuestra gente por la precaria situación a la que se ha conducido el sistema de salud, totalmente abandonado a su suerte, mientras se destinan recursos a construcciones hoteleras que el pueblo nunca podrá disfrutar.
Ante el desamparo que sufre la inmensa mayoría del pueblo cubano, en la que, por supuesto, se incluye mi familia, la ambigüedad no me representa, razón por la que me declaro en total oposición al régimen dictatorial cubano. Cuando confié y tuve esperanzas que podía llegar, algún día una mejoría para mi pueblo, fui engañado, como lo fueran mis padres, que dejaron sus vidas para que los que hoy amasan riquezas esquilmadas, imponiendo más sacrificios y mintiendo impúdicamente, vivan en una Cuba paralela y cada vez mejor para los suyos.
Si mirase hacia el lado donde la vida se hace más fácil, me estaría engañando a mi mismo. Si en mi discurso siguiera incluyendo el lenguaje esperanzador, me avergonzaría tanta cobardía. Si no asumiera la responsabilidad de ponerme al lado del bando que sufre, sería un inmoral. Si callara ante el despropósito de tal desgobierno, establecido en la represión y el propósito de una continuidad basada en subyugar al pueblo a cambio de sus intereses económicos, sería un hombre sin decoro.
Si el sufrimiento por más de medio siglo, al que ha sido sometido la parte desfavorecida del pueblo cubano, no bastara para juzgar la falsedad de la tiranía impuesta en Cuba, no sería nada difícil llegar a tal conclusión, cuando las imágenes que han recorrido el mundo, de un pueblo cansado de tanta desprotección y lanzado a las calles pidiendo “Libertad”, hablan por sí solas. Pero si a usted que, con total ambigüedad, no se pronuncia y en el silencio se hace cómplice, no le fuera suficiente lo que ha visto, recorra las selvas de Centroamérica e indague en los campamentos donde retienen a miles de cubanos en condiciones infrahumanas, víctimas del tráfico de personas. Y si aún, estas razones no le fueran suficientes para alzar su voz, posicionándose con decisión, al lado de los que padecen, créame, que en cada ciudad o pueblo donde hemos ido a echar raíces los cubanos por el mundo, cada día se levantan más voces apoyando la decisión irrevocable de los cubanos en la isla.
Le aseguro amigo o amiga, cubano o no; quien hoy eleve su conciencia por encima de los beneficios que brinda el silencio, sin dudas será premiado con el agradecimiento de un pueblo noble que requiere del respaldo de la comunidad internacional.
¡A la conciencia de cada uno de nosotros queda la decisión más conveniente! Despojado de prejuicios y miedos, ya he tomado la mía, no comulgar con la mentira y la doble moral, saliendo de mi zona de confort político.
Oniel Moisés Uriarte
Madrid, 22 de agosto de 2021
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Decreto para imponer silencio a los insumisos
Veintiún años han transcurrido desde que la humanidad entrara en el siglo veintiuno y aun, los gobernantes de la isla secuestrada, pretenden seguir imponiendo el silencio obligado a una nación, a la que se empeñan en conducir como el pastor a sus corderos, en trashumancia que emula con las del siglo XII, y lo hacen desde el conocimiento pleno y vergonzoso de un accionar que vulnera todos los derechos fundamentales de un pueblo que no comulga con sus decretos.
El Estado cubano, en su lamentable accionar político y social, establece mediante un nuevo decreto, el marco legal que les contribuya a la utilización de los servicios de telecomunicaciones e Internet como un instrumento, únicamente, para la defensa de la Revolución; garantizando así la fiabilidad, la estabilidad y la seguridad de sus redes y servicios; elevando la ciberseguridad para salvaguardar que el uso de los servicios de telecomunicaciones y de Internet no atenten contra la Seguridad del Estado en acciones dirigidas a ocasionarles afectaciones o perjuicios.
Siendo el Estado cubano único titular de los servicios públicos de telecomunicaciones, tiene la facultad de regular, ordenar, controlar y fiscalizar los diferentes servicios y redes de telecomunicaciones para Impedir que estos sean utilizados para atentar contra la Seguridad y el Orden Interior del país, transmitiendo, según sus criterios, informes o noticias falsas, acciones dirigidas a ocasionar afectaciones o perjuicios a terceros o como medio para cometer actos ilícitos. Lo que le faculta para implementar medidas de operación y supervisión que minimicen los riesgos asociados al empleo de sus redes, interrumpiendo el servicio cuando sean utilizados para afectar sus intereses, con independencia de la responsabilidad penal, civil o administrativa que se derive del hecho. Suspender, en coordinación con las autoridades competentes, el servicio o terminar el contrato de los usuarios que utilicen los servicios contratados para realizar acciones o transmitir lo que consideren las autoridades como información ofensiva.
Tan evidente es el temor del gobierno al levantamiento insurreccional del pueblo cubano, que, entrando en un estado de frenesí sin límites, ha dictaminado, mediante decreto, los actos subversivos, que considera, puedan atentar contra la perpetuidad pretendida en el poder, y en consecuencia, les asigna a cada uno, un nivel de peligrosidad que les criminaliza. Con este decreto se deja al descubierto la importancia que le confiere el Estado cubano al enjuiciamiento de la libre expresión y el ejercicio de la libre opinión de sus coterráneos.
La divulgación de noticias falsas, mensajes ofensivos, difamación con impacto en el prestigio del país se considera como nivel alto de peligrosidad. La difusión a través de las infraestructuras, plataformas o servicios de Internet, de contenidos que atentan contra los preceptos constitucionales, sociales y económicos del Estado, inciten a movilizaciones u otros actos que alteren el orden público; difundan mensajes que hagan apología a la violencia, es considerado como un nivel alto de peligrosidad.
Las acciones mediante el uso de Internet cuya finalidad es subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas y de masas, las estructuras económicas y sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o abstenerse de hacerlo. Alterar gravemente la paz pública. Desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional. Provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella, es considerado como nivel Muy alto de peligrosidad.
Los métodos de Guerra no Convencional y acciones ofensivas de carácter militar empleados para derrocar al gobierno mediante el uso de Internet con desarrollo de ataques cibernéticos a infraestructuras críticas para justificar acciones políticas, económicas, subversivas o de injerencia es considerado como un nivel Muy alto de peligrosidad. Es subversión social el pretender alterar el orden público y promover la indisciplina social a través de Internet, hecho considerado como un nivel Muy alto de peligrosidad.
Como bien claro se deja en este nuevo decreto mordaza, todo ejercicio político que en Cuba no se avenga a los designios de la clase privilegiada, la misma que exige sacrificios mientras ostenta y disfruta de prebendas, es considerado acto de alta traición a la patria; pero la felonía no es cometida por el ultrajado, sino por aquel que, oculto tras una falsa y caducada ideología, afrenta los valores más sagrados de la historia patria.
Podrá un estado gobernar sin pudor, pero no conseguirá regir eternamente, humillando a un pueblo digno. Podrá falsear la realidad ante la opinión pública internacional, cómplice de la autocracia y cegada por voluntad o a conveniencia, pero no conseguirá engañar a hombres y mujeres de una nación que carga sobre sus hombros el lastre de mas de medio siglo de despropósitos y fracasos mal intencionados.
Hoy, con la aplicación de un decreto que vulnera derechos fundamentales de sus ciudadanos, pretende, el mal gobierno, silenciar a quienes reclaman libertad, algo tan sagrado que solo un impío nunca podrá concebir como el más inalienable de los derechos del hombre en la sociedad que vive.
¡Sepan y tengan muy presente, sátrapas gobernantes, que, hasta los corderos, por insumisos que aparenten ser, muy unidos en la trashumancia avanzan en busca de mejor destino, mientras el pastor creyendo tener el control de su rebaño les varea, cuando bien sabe que son realmente sus perros quienes ejercen la contención de la manada!
Muerto el perro ¿de que le sirve la vara?
Oniel Moisés Uriarte Orbeal
Madrid,19 de agosto de 2021
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Cuando el dolor hace llorar no es temor lo que provoca
No confundas mi llanto con cobardía, cierto es que he llorado, pero lo he hecho con total dignidad. He llorado por aquellos a quienes bien he querido, pero no te quepa duda, no me amilanan ni el agravio, ni tus amenazas, mucho menos el alarde de fuerza que haces, con total impunidad, de llegar con tus leyes absurdas, a los confines donde me encuentre, con el único fin de acallar mi denuncia.
Mi suerte está echada y por ello no me resigno, hoy no tengo nada que reprocharme porque nada te debo. Mucho me has cobrado ya con tus tantísimas disposiciones e imposiciones, todas marcadas por la ideología del absurdo que propugnas. Sepas, que cuando la ira hace llorar, las lágrimas se tornan en rebeldía, por ello te recomiendo no seguir punzando la herida, que ya por honda, ha calado hasta el más puro de mis sentimientos.
Hoy, ni repulsión me provocan tus desmanes, razón de más para que esa actitud, siempre hostil y prepotente que personificas, no sea capaz de remover ni el más mínimo sentimiento de odio hacia a ti, eres ya tan insignificante en mi libertad, que el largo brazo de tu ley solo te ridiculiza.
Cierto es que he llorado de impotencia por los que sufren, como también he vivido en carne propia sus pesares, pero así mismo, cual magno ha sido el dolor, colosal se ha hecho mi resistencia. Me has dispuesto fuerte y resuelto, como para señalarte con dedo acusador, hasta el día que despierte en la noticia de tu derrocamiento incondicional.
No desfalleceré en mi empeño, pero aun, cuando has provocado la angustia de no poder hacer mucho más por los míos, un acto que considero inadmisible, te perdono, porque no eres más que el remedo de un mal proyecto con el que las generaciones para nada comprometidas, ni se identifican, se enfrentan y se proponen barrer para siempre tu hegemonía; yo, que formo parte de la generación perdida, silenciada y huida, con gusto les apoyaré en el empeño, para que juntos, celebremos en las calles recuperadas, la victoria plena en merecida patria y vida justa.
Oniel Moisés Uriarte.
Madrid, 17 de agosto de 2021
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Si el llanto hace patria, la lágrima es bendición
Hoy por fin dejaré que de mis ojos broten las lágrimas que durante todo este tiempo he retenido; las que oprimen mi pecho y entrecortan la respiración. Lamentos que, sin proponérselo, me transmiten la más profunda sensación de incompetencia, o no ser consciente del daño que me hago, en el intento de ahogar el llanto. Hoy lloraré por tanto dolor acumulado y lo haré sin cólera ni resentimiento, sencillamente lloraré, y lo haré porque mi alma ya no soporta acumular una lágrima más, sin proporcionarles alguna salida.
Lloraré por el inmenso sufrimiento que vulnera mi patria, por los que asisten impávidos al ultraje de una nación que ve morir a sus hijos y como son sepultados sin consuelo. Lloraré por los miles de hombres y mujeres nacidos en una tierra que alguna vez pudo ser orgullo y hoy no es más que vergüenza de tiranos sin escrúpulos. Lloraré por todos los que dispersos por el mundo, asistimos, en el más clamoroso de los silencios, al sacrificio de todo un pueblo. Lloraré, si, porque es de humanos y tan necesario como respirar, ambas acciones, de no realizarse, ahogan.
Entonces, cuando ya no quede una lágrima en mí, sentiré pena por aquellos que callan ante el infortunio de una continuidad impuesta, bien lo hagan por miedo, por deuda o por complicidad. Sentiré pena por los que ensalzan el fracaso como logros de una ideología vacía y sin escrúpulos. Pero sin dudas, por quien más pena sentiré, es por aquel que, creyendo en la eternización del imperio del mal, no ha aprendido la lección escrita a lo largo de la historia de la humanidad, en la que los más grandes altares se han derribado y con ellos han rodado las cabezas de quienes con aptitudes déspotas, desmedidas y criminales, han pisoteado la dignidad de su propio pueblo.
A quienes hoy soportamos el dolor que corroe, tanto a la patria, como el alma de sus hijos, nos tocará resistir aún más, porque en el empeño de perpetuarse en el poder, seguirá el tirano destilando su odio, si impotente ve, como se levanta en reclamo el pueblo al que oprime. Esa es la razón por la que llorar consuela, a la vez que fortalece y dota de la entereza requerida para la contienda que, a la Cuba sufrida y a nosotros su fruto, aún nos queda por afrontar.
Oniel Moisés Uriarte
Madrid, 16 de agosto de 2021
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Malos gobiernos para tierras condenadas
La Patria mal gobernada que expulsa a sus hijos, les despoja del derecho a elegir el sacrificio al que están dispuestos por el amor que le profesan. Secuestrada por malsanos fanáticos desde hace más de sesenta años, dueños de la vida y destino de todo un pueblo, la nación cubana ha consentido, que los déspotas, expulsen a tres millones de sus hijos, quienes errantes por el mundo, se han visto precisados a encontrar patrias en otros lares. Desde entonces, Cuba es tierra maldecida y arruinada, que solo rinde frutos, al que de ella se vale, para ver sus arcas repletas con el sacrificio de serviles cautivos de falsas ideologías.
Oniel Moisés Uriarte OrbealMadrid, 12 de agosto de 2021
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Ser juzgados no les importa, la historia les condenará
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre de 1948, establece por primera vez los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero. En ella se considera que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias. Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.
A la vista de los falsos argumentos esgrimidos por el fallido sistema político, de la fracasada revolución cubana, que rige el destino del país desde hace sesenta y dos años, y que ha ejercido, la más feroz, continuada y extendida propaganda, ensalzando logros y virtudes, realmente ilusorios, mentiras que al parecer han convencido, a fuerza de iteración, a una parte importante de la opinión pública internacional. Este hecho ha influido, para que el pueblo cubano, a pesar de las pruebas irrefutables que se han puesto al descubierto, gracias a las nuevas tecnologías utilizadas para la comunicación, no sea considerado por los estados miembros de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como víctima de los crímenes de lesa humanidad, continuados, al que se ve sometido.
El artículo VII del Estatuto de la Corte Penal Internacional define como concepto jurídico "Crímenes de lesa humanidad", el ataque a los derechos fundamentales de una nación, generalizado o sistemático, que se comete contra la población civil y con conocimiento de dicho ataque, y que responden a una política de Estado o de sus agentes; de grupos armados organizados o que detenten un poder de hecho, que favorezca la impunidad de sus actos, como son el asesinato, el exterminio, la esclavitud, la deportación o el traslado forzoso de población, la privación grave de libertad o la tortura, la persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género o la desaparición forzada de personas.
Estos graves crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad. Los más graves, de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto, no deben quedar sin castigo y que, a tal fin, hay que adoptar medidas en el plano nacional e intensificar la cooperación internacional para asegurar que sean efectivamente sometidos a la acción de la justicia.
Los Estados que forman parte de la Corte Penal Internacional, decididos a poner fin a la impunidad de los autores de esos crímenes y a contribuir así a la prevención de nuevos crímenes, recuerdan que es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales.
¿Cumplirá el Estado Cubano, de forma responsable, el deber de presentarse, como victimario que es, ante la Corte Penal Internacional? ¡Jamás lo hará! No se espere nunca en cumplimiento de tal acto, por parte del condenado a muerte en la horca, coloque la soga en su propio cuello para ejecutar la sentencia. Quienes detentan el poder en Cuba, bien saben los crímenes que están cometiendo y lo hacen con total impunidad, en la certeza que nadie les juzgara por ello.
La única opción que le queda por optar al pueblo cubano, es elevar su reclamo al Fiscal de Oficio de la Corte Penal Internacional, pidiendo se inicie un examen preliminar de la situación que padece Cuba, enviando comunicaciones y pruebas al Consejo de Seguridad y actuando con arreglo al Capítulo VII de la Carta de la ONU, que demuestren los hechos cometidos; pueda entonces así, propiciar el inicio de una investigación.
¿Necesitaría la Sala de Cuestiones Preliminares de esta Corte Internacional más evidencias para iniciar una investigación, que el propio accionar de un pueblo cansado de tantas injusticias, lanzándose a las calles en reclamo de libertad, y en respuesta, por parte del Estado fallido cubano, haber sido brutalmente reprimido, encarcelado o desaparecido?
¿No es acaso un crimen de lesa humanidad la desprotección sanitaria a la que se enfrenta el pueblo cubano, resultado de la irresponsable depauperación del sistema de salud, dado el abandono al que ha sido sometido por años?
¿No está acaso tipificado en el código penal internacional como flagrante crimen de lesa humanidad, la esclavitud a la que durante años han sido sometidos los profesionales de la salud cubana, brindando sus servicios en cuantos países han reclamado al estado cubano sus prestaciones, y en pago a ello, abonan altísimas sumas por cada uno de los profesionales, mientras estos, reciben migajas, como salario?
¿No es acaso un crimen de lesa humanidad la encarcelación arbitraria de los hombres y mujeres que salieron en Cuba el pasado día 11 de julio a manifestar su descontento con la situación que ha impuesto el sistema autoritario cubano? Fecha, en la que se inició una intensa cacería de brujas, que ha establecido en la isla la desaparición forzosa de personas, y que otras se hayan visto privadas de todo tipo de auxilio jurídico.
Treinta artículos están contenidos en la Carta Universal de los Derechos Humanos; el estado cubano viola, reiteradamente, de forma arbitraria y con total impunidad, cada uno de ellos; es tiempo ya, que, los estados miembros, de la Corte Penal Internacional, escuchen el clamor de un pueblo que sufre, en nombre de una ideología caducada y fratricida, los desmanes de una elite de poder, a la que solo le interesa llenar sus arcas, sometiendo al ciudadano. Es hora que levanten la voz para enfrentar con valentía a tan despiadada tiranía y señalen de forma contundente, los crímenes de lesa humanidad, que sin ninguna piedad, le infringen al pueblo cubano.
Oniel Moisés Uriarte
Madrid, 10 de agosto de 2021
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