Desde hace muchos años, en La Habana se hizo habitual el empleo de pequeñas lanchas para garantizar la transportación de un lado a otro de la bahía, desde la vieja Habana, hacia los poblados ultramarinos de Regla y Casablanca, trayecto que se hace en solo cinco minutos, con un encanto peculiar dadas las maravillosas vistas del mar y de la ciudad que se suceden hacia uno y otro lado del puerto de la Habana. La lanchita de Regla o la de Casablanca, cualquiera que fuera el destino , hoy sigue ocupando en mi memoria un lugar privilegiado